En estos días, a parte de seguir mi vida de ritmo diario, me persigue una actitud del pasado que me muestra aquello que creé en su momento. Una amistad no quiere comentarme algo por miedo a que me enfade. Ahora, desde la distancia, veo que nuestra dependencia a las personas nos puede frenar nuestra autenticidad y alma. Me doy cuenta que si mi intención es buena, la amistad no tiene porqué padecer de ningún modo, al contrario, al mostrar a cada momento el ser íntegro y cambiante de cada uno con diálogo, y pudiendo ver que las personas que tienes alrededor son capaces de adpatarse a tus cambios y maneras de querer experimentar, siguiento el derecho vital de la dignidad de la vida, también daremos más espacio a los demás a manifestarse a su antojo, sin preguntas creadas desde etiquetas.
Tal vez, en anterior ocasión en la que sí me enfadé, fue, de nuevo, por el silencio, por la incapacidad de ser verdadero, la capacidad de ser superficial, saber que los actos accionados podían crear dolor más los valores de cada ser se muestran en los actos...las palabras a veces no van a conjunto....esto suele pasar....pero por pasar, humanamente, no pasa nada...más se perdió....en mi conciencia estas líneas me nuestras que estoy sabiendo transformar mi tendencia en arte, en cariño...en espera.
Hablo del silencio paralelo, ya que desde el paralelo las palabras de mi amigo vienen de la mano de otra boca, de otro punto de vista, de otro ser....siento dolor....tristeza....alegría por almenos conocer un poco más de mi amigo y a su boca paralela....
En otro momento hubiera rescatado a mi amigo, aunque fuera solo para no sentir el dolor de su silencio, aunque fuera para que no "sufriera". Hoy día estoy contento de ser alguien a quien mi amigo le toque decir que NO, de que pueda hacerlo sin que luego me pierda, sin que luego yo me enfade, un espacio para el necesario NO de la verdad, de la libertad, del nos vemos pronto, si quieres y si quiero.
Ian Bermúdez...un día lluvioso
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